lunes, 1 de junio de 2009

PACIOS, ARSENIO (1980). Introducción a la Didáctica

Pero lo cierto es que en todo estudio hay que adoptar una perspectiva, y una sola, si queremos abordar el tema de que se trata con un mínimo de coherencia interna y de lógica. También es obvio que el que aborda ese estudio debe hacerlo desde los presupuestos fundamentales en que se mueve y de acuerdo con los cuales vive, siempre que los crea justificados. En el fondo, el estudioso no se sustrae a la necesidad de contemplar la realidad de acuerdo con su concepción del mundo y de la vida. Obrar de otro modo no sólo demostraría una total carencia de verdadera educación intelectual, sino que delataría una peligrosa ruptura en la estructura de su personalidad. En todo caso no serían de esperar frutos aceptables de una incoherencia fundamental entre la persona y su concepción del mundo, y el tratamiento científico que diese a los temas estudiados. Ahora bien, el punto de partida adoptado en este trabajo es el de la doctrina filosófica y psicológica llamada con frecuencia tradicional, es decir la aristotélico-tomista, según se cultiva en nuestros días. Ello quiere decir que, al menos en lo fundamental, hemos tomado esta corriente filosófica como punto de referencia, para la interpretación y el tratamiento de los datos, que la simple observación del presente y de la experiencia histórica nos ofrecen.
No sería totalmente sincero si no declarara también que mi punto de vista, aunque fundado en una filosofía como la mencionada, no puede menos de estar teñido por una actitud no sólo espiritualista, sino positivamente religiosa. Aunque rara vez lo explicite a lo largo del trabajo, es muy posible que se trasluzca a los ojos del lector la convicción del autor de que el hombre fáctico no es ya un ser puramente natural. Sino un ser personal e individualmente elevado, en realidad, a la dignidad de hijo de Dios; dignidad y realidad que excede absolutamente de las posibilidades naturales del hombre y que le transporta gratuitamente al estado sobrenatural —o al menos supone la vocación a este estado—. Y esta consideración resulta esencial cuando se trata de determinar en concreto el fin último del hombre tal cual en realidad es y. por consiguiente, el fin de la educación intelectual como perfección y de la educación intelectual como actividad. Ello no obstante, pensamos que los resultados a que podemos haber llegado en el terreno científico han de ser válidos y útiles no sólo para los creyentes, sino para cualquier persona que quiera tener una visión panorámica sintética, del gran tema de la Didáctica: visión que no pretende, en modo alguno, ser exclusiva.
PACIOS, ARSENIO (1980). Introducción a la Didáctica. Madrid:Cincel, págs. 10-11

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