Diario realizado por Luis Jesús.
Después del descanso Josetxu comenzó repasando la materia impartida en las últimas clases de teoría.
Entre los temas tratados se encontraban la taxonomía de Bloom, los escritos de Skinner y el texto con la comparativa entre la escuela y una empresa. Josetxu lanza una pregunta abierta, ¿qué diferencia en realidad a una empresa de un instituto? La respuesta generalizada es que los alumnos son diferentes entre sí, no son un producto, cada uno tiene situaciones diferentes, procedencias y familias distintas, etc. y además las relaciones que se establecen son particulares ya que, en base, están obligados a acudir a las clases.
Volvimos a ver el ejemplo de la realización de una investigación sobre posibles escalas de calificaciones utilizadas en enseñanza (mal, regulas, bien o muy bien contra pésimo, regular, discreto y bueno) y con las argumentaciones recordadas quedó claro la inutilidad de dicho estudio debido en parte a su irrealidad y su ineficacia para mejorar la enseñanza aparte de su equívoco estudio estadístico.
Una de las frases que podría resumir el artículo es que “las opiniones no hacen ciencia”, broche final que utilizó Josetxu para zanjar el tema.
Este resumen sirve para acerca nuevamente el concepto de que esos estudios se incorporaron al sistema educativo, situación que fue detenida y posteriormente abandonada con la llegada de la LOGSE en los años 90. En esa época se creaban listados de objetivos y lo vimos ejemplificado en un documento que contenía una unidad de Matemáticas sobre “Operaciones” que también había sido objeto de estudio en las clases teóricas. Sobre él se vieron varios ejemplos de lo que Josetxu denominó “absurdos pedagógicos” como utilizar la teoría de conjuntos para explicar la suma y la resta debido a que se decía que el alumno le iba a aportar un mayor sentido a esas operaciones o que uno de los apartados más coherentes, que sería la utilización de estas operaciones para resolver problemas cotidianos, figurase en última posición.
Finalmente presentó una actividad, basada en una realizada durante el transcurso de la olimpiada matemática. Consistía en la realización de un problema, que podría venir descrito con varios lenguajes diferentes (uno más cercano a la ESO, otro a Bachillerato y un último a Educación Primaria). Posteriormente a la resolución, se preguntaba a los asistentes a la olimpiada sobre cómo había realizado el razonamiento para resolverlo.
El enunciado dirigido a la ESO era, más o menos, el siguiente: “En un aula hay el doble de chicos que de chicas. Una de cada cuatro chicas acude a danza como actividad extraescolar y uno de cada seis chicos hace lo mismo. ¿Qué parte de la clase va a danza?”.
Josetxu nos dio tiempo para resolverlo (mientras intenta hacer que el ordenador funcione correctamente). Después de ese periodo, un compañero dice que la solución es 7/36 y sale al encerado a explicarlo pero Josetxu le pide que lo haga sin escribir en la pizarra. Mientras va explicándolo, Josetxu le da indicaciones sobre los problemas que surgen a la hora de construir las frases correctamente.
Volviendo a la actividad original celebrada en la olimpiada, sistemáticamente los alumnos se equivocaban en la solución ya que decían que era 7/12, pese a repasarla varias veces. Lo que les faltaba era dividir esos 7/12 entre el total de la clase, que sería 3x (2x chicos y x chicas).
Si enunciásemos el problema como si fuese dirigido al Bachillerato, el ejemplo sería más o menos el siguiente: “La probabilidad de que en una clase una persona sea chica es 1/3 y que sea chico, 2/3. La probabilidad de que una chica vaya a danza es 1/4 y la de un chico, 1/6. ¿Cuál es la probabilidad de que una persona escogida al azar vaya a danza?”
Mediante estos dos ejemplos se intenta representar la diferencia entre el lenguaje algebraico y el probabilístico. El probabilístico surgió posteriormente al algebraico, se utiliza este último desde hace más tiempo y debería sernos más inmediato pese a que a muchas personas les resulte más sencillo pensar en probabilidades de manera directa, como ocurría en la clase a la hora de resolver estos problemas.
Una forma de enunciar un problema similar en Primaria sería utilizando una cuadrícula de 6 por 6, que se divida en puntos que representen chicos y chicas y que haya el doble de chicos que de chicas. Luego cada cuatro puntos chica agrupados se pondría una “D” de danza y otra cada 6 chicos.
Se llegó a la conclusión de que, muchas veces, en tan denostado método de “la cuenta de la vieja” sería la forma más natural, directa e inequívoca de resolver el problema, ya que está basado en el razonamiento y deducción.
Los chicos y chicas que fallaban a la hora de resolverlo, daban más importancia al lenguaje algebraico y a lo aprendido en las clases que al simple razonamiento (¿cómo iba a ser la solución 7/12, más de la mitad de la clase, cuando sólo 1 de cada 4 chicas y 1 de cada 6 chicos acudían a danza?)
Aplicando estas argumentaciones a las programaciones y a los currículos, conseguir esos niveles didácticos ayuda a construir conocimientos más sólidos y argumentativos, pasar a trabajar con “partes de un todo, trabajar con partes y todo”.
La clase finalizó ahí, 30 minutos antes de lo previsto debido a los problemas anteriormente citados con el ordenador.
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